De todos los años de mi vida que recuerdo, el 2012 fue sin duda el mejor.
Fue el año en el que no me pasaron cosas, sino que fui yo quien empezó a hacer que las cosas pasen. Aún habiendo pasado algunos momentos no demasiado gratos y sabiendo que me equivoqué muchas veces, el hecho de empezar a ser yo misma el motor del cambio hace que haya valido (y siga valiendo) la pena...
Fue el año en el que pude ser menos prejuiciosa, y descubrí que siendo yo misma puedo caerle mejor a la gente que si intento actuar como creo que a ellos les gustaría que actúe.
Fue el año en el que aprendí a vivir sola, a no tener que compartir, a tomar sola las decisiones "de la casa". Y empecé a aprender también a vivir en pareja, a querer compartir y a formar un hogar de a dos.
Fue el año en el que pude empezar a pensar en el futuro no tan cercano, hacer planes a largo plazo y ser un poco menos pesimista. La pregunta "¿Dónde te ves en los próximos años?" empezó a tener algunas respuestas.
Fue el año en el que toda mi familia volvió a estar completa y cerca, después de mucho tiempo. Hubo regresos y reencuentros, y muchos momentos geniales juntos. Lamentablemente también fue el último año en que toda mi familia estuvo cerca.
Fue el año en el que conocí una familia nueva, que me recibió con los brazos abiertos, me aceptó y me incorporó de la mejor forma. Y a la que en poco tiempo empecé a querer mucho.
Fue el año en el que la facultad me colmó la paciencia y dejó de tener la misma prioridad que antes.
Fue el año en el que busqué mi lugar en el mundo laboral. Pasé por varias experiencias, conocí gente muy buena y de la no tan buena, aprendí y sigo aprendiendo mucho y me animé a dejar lo que conozco y lo que se siente cómodo en pos de intentar descubrir si lo que quiero es lo que creo querer. Y si lo puedo hacer.
Al 2012 no le pedí nada y me dio todo esto y mucho más. Así que al 2013 le digo lo mismo que dije hace un año: bring it on!
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