miércoles, 14 de marzo de 2012

Puñales: nueva sección lacrimógena

Lo confieso: lloro mucho. Quizás pocos hayan tenido la oportunidad de verme hacerlo, y sé que algunos hasta piensan que soy un tanto fría o insensible. Es que hago todo el esfuerzo posible para contener el llanto en las ocasiones que importan, es decir, cuando el llanto se debe a algo que me toca de cerca, a algo real. Bajar la guardia en momentos así es algo que no me permito hacer ante cualquiera. Supongo que a más de uno le debe pasar.
Pero están esas otras veces en las que ni lo intento. Llamémoslas de ficción. Pueden sorprenderme pañuelo en mano, con los ojos rebalsando y las mejillas rosadas (más de lo usual) mientras leo un libro en la sala de espera del médico, miro una película o serie en casa, o escucho una canción en el subte, sin que me importe en lo más mínimo.
Me di cuenta de que cuando una misma situación de ficción tiene este efecto en mí cada vez que se repite, empiezo a referirme a ella como "un puñal". A lo largo de mi vida acumulé muchos de esos, que próximamente iré compartiendo por acá bajo esta nueva sección a la que, en un descomunal ataque de originalidad, elegí denominar "Puñales" y que declaro inaugurada en este solemne acto.

3 comentarios:

alfred dijo...

Uno de mis puñales.

vir dijo...

Ojo, esto es sobre puñales "de ficción", para que el blog no se haga tan depresivo.
Ese es mucho, muy real. Y lo describiste a la perfección.

Yayuca dijo...

Creo que capte la escencia.
Un ejemplo sería cuando se muere el caballo de Atreyiu, en "La Historia Sin Fin".